AÑO: 2012
AVANCE: http://www.youtube.com/watch?v=iELanfA565Y
FRASE: "Una para intercambiar, otra para dejarla y una para los amigos"
Conocemos a Robbie parado frente al juez,
acusado de agresión violenta, su defensa argumenta que él es el producto de la
falta de oportunidades y de una familia venida al traste, pero que está
decidido a cambiar por amor a su compañera y a su hijo a punto de nacer. Él
está marcado con varias cicatrices, una especialmente llamativa en su cachete
izquierdo, y a lo largo de la historia es consciente que es un marginado y
siempre será juzgado de esa forma.
A Robbie la vida le da señales para que
cambie, salir de esa realidad en la que no tiene ni siquiera una cama, por eso cuenta
con un abanico de oportunidades: su suegro le ofrece dinero para que se vaya a
Londres sólo y vuelva a empezar, una amiga de la familia de su novia les presta
una casa para que vivan con el bebé, un coleccionista de whisky se impresiona
con su conocimiento del licor y le da su tarjeta “por si acaso”, y el vigilante del servicio social le muestra el
mundo del whisky.
Junto al protagonista hay un grupo de
marginados como él, que son enviados a prestar servicio social. Los cuatro
están dispuestos a aventurarse, usando Kilts, a robar unas cuantas botellas del
mejor y más caro whisky para que Robbie logre salir de la violencia que lo
rodea en Glasgow. Aunque los medios a los que recurre para lograr su objetivo no pueden ser diferentes a la vida que lleva (¿el que es no deja de ser?), es divertido verlo planear el robo con un poco de remordimiento pero siendo absolutamente práctico.
Durante toda la proyección contenemos el
aliento por a él, sentimos su angustia: para que no lo vayan a golpear, para que no vaya a matar a
nadie, para que no le pase nada a su amadísimo hijo, para que llegue a la
destilería, para que las botellas no se le vayan a romper, es decir, para que
logre cambiar.
Ken Loach nos sorprende con una tragicomedia sobre dar
oportunidades a los demás, especialmente a aquellos que parece que no las
merecen porque no han conocido algo distinto.
No interesa si quedó para los ángeles
porque las tres botellas cumplen su cometido: la primera efectivamente es la de
los amigos, la segunda la del intercambio por una vida mejor, y la última no
podía quedar en mejores manos.