DIRECTOR:Alex de la Iglesia
AÑO:2012
FRASE: "Todos
somos Roberto"
En
“La chispa de la vida” los personajes
parecen mucho más cotidianos que en cualquier otra película de Alex de la
Iglesia, tal vez porque se trata de una crítica a las posturas adoptadas por el
gobierno Español ante la reciente crisis económica que golpeó brutalmente a la
clase media.
Roberto
es un publicista freelance (entiéndase
desempleado), cuyo mayor logro fue el lema “la chispa de la vida” para una
campaña Coca-Cola, pero ya no encuentra trabajo en ninguna parte, tiene encima
una hipoteca y la educación de sus hijos. Decide presentar una entrevista en la
firma Mckensie, en donde trabajan unos amigos de él, pero donde no tiene
suerte. Luego de su frustrante reunión, va al hotel en el que pasó su luna de
miel para hacer una reserva y así sorprender a su esposa, con tan mala suerte
que ahora ese lugar es un museo que casualmente ese día es inaugurado; debido a
la multitud, terminó en una parte que no es adecuada para el público y cae sobre
unas vigas, aunque sobrevive, termina con una de ellas incrustada en el cerebro
y no se puede mover, lo cual causa un gran revuelo y moviliza a todos los
periodistas asistentes a la inauguración.
Casi
toda la película Roberto yace con la viga incrustada, inmovilizado en la mitad
de un antiguo teatro romano, con una sugestiva pose de crucificado, alimentando
cualquier tipo de morbo sobre por qué está ahí. Como buen publicista, decide
aprovechar el revuelo del accidente y explota su propia imagen, no importa lo
que le sucede si consigue suficiente dinero para asegurarle el futuro a su
familia.
La
gente se identifica con él porque cree que su accidente es un intento de
suicidio como consecuencia de la crisis, de eso quiere aprovecharse él y su
manager buscará la forma de convertirlo en un mártir de la situación económica.
Esta
película refleja a nuestra sociedad alimentada por los medios masivos y el
morbo. No creo que sea gratuito que todo suceda en unas antiguas ruinas romanas
convertidas en museo, que por el afán de transmitir la noticia son destruidas:
los medios en masa sobre la cultura (¿?); tampoco creo que el hecho que todo se
lleve a cabo en un teatro romano, no sea una sutil sugerencia acerca de como no
estamos tan lejos del entretenimiento al mejor estilo del antiguo circo.
Por
otro lado, tal vez mostrando el sentido de ética que valga rescatar de nuestra
sociedad occidental (o tal vez que le haga falta), está la esposa de
Roberto: ella, su apoyo constante, solo
busca que su marido sea rescatado y reciba un trato digno por parte de la
prensa; con mucho esfuerzo lo logra con ayuda de una periodista que le hace la
codiciada entrevista con la garantía que nunca será transmitida. Para esta
mujer está por encima el amor y la integridad de su esposo que los millones de
euros que cuestan sus últimas palabras.
Al
final es comprensible que todos seamos Roberto, porque somos víctimas de un
sistema que nos inmoviliza, nos somete y nos explota, y nosotros buscamos
sacarle la mejor ventaja, así sea por la curiosidad que despierta el morbo. No obstante,
también somos Roberto en la medida que algún soporte tendremos que nos ayude a
tener, al menos, algo de dignidad para
entender que es lo realmente importante.